LA VIDA EN SUEÑO

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BLOG DEDICADO A LOS QUE VEN LA VIDA COMO UN SUEÑO

miércoles, 30 de abril de 2008

MAGICAS PALABRAS Nulla dies sine linea


Llegamos al lugar indicado como si hubiéramos recibido una información cósmica.
El buscaba las suyas. Lo digo por Julio, claro a el le era más fácil, en cambio para mí, encontrarlas en una consecuente asociación con mis ideas, me era mucho más complicado, quizá por que Julio tenía ya bastantes compiladas. Mucha escritura y vida centrada en ciento de frases ya homologadas hacia la posteridad.

Residían allí, en una secreta vida que les permitía perpetuarse, en ese mundo sin tiempo las palabras como núcleos generadores de vivencias, afectos y sensaciones con el intrínseco valor cognitivo de su sonoridad y su inmanente disposición asociativa. Preparadas para un discurso coloquial, para una admonición literaria, en una clara conjunción de letras inseminadas de símbolos como sólidos puentes de comunicación

Cuando entramos, había una pequeña recepción, donde un señor, alto con bigotes dispuestos horizontalmente a los lados de sus mejillas como signos interrogantes y vestido en forma solemne con frac, nos daba alguna indicación sobre el lugar. Constaban sobre un escritorio, vacío de papeles, vacío de horarios, fechas, agendas o algo que pudiera significar compromiso. Nos explicaba como debíamos encontrar nuestras búsquedas, nos facilitó un gráfico preimpreso en blanco y negro donde se contorneaban las distintas partes del lugar.

Saliendo de la recepción se ingresaba en un pasillo angosto que derivaba en un área circular cubierta por estanterías dispuestas en la misma redondez perimetral. En el centro, un gran escritorio circular con lámparas individuales, una al lado de la otra hasta cerrar el círculo, aportaba una especie de serenidad y ambientación placentera especial para la búsqueda y conciliación de palabras.

A un costado estaban las escaleras que nos llevaban a dos pisos superiores concebidos de igual manera al de la planta baja. En sentido descendente había otra que iba a dar a un sótano con las mismas características circulares, con sus correspondientes estantes dispuestos en dos semicírculos por estancia acompañando la redondez de aquellos muros casi ovales.

Aunque los estantes parecían vacíos, no lo estaban, daban por su frente y alto una idea de dimensión, no así su profundidad donde no se visualizaba un límite determinado, solo se patentizaba una limitación en la negrura de su infinita concepción universal. En su interior, todas las palabras llenando ese espacio infinito. Allí permanecían en la espera de zutanos que buscaran conciliarlas, que definieran una historia, un cuento, en variadas construcciones literarias destinadas a ser escuchadas con los ojos a los muertos.

Los diferentes estadios correspondían al mundo de los conceptos, que unidos a lo real y lo ficticio, ilustraban en forma de escritura, lo que los creativos y oficiosos escritores siempre nos han querido comunicar.

El carácter general, tenía sin embargo, una simiente extraordinariamente semántica. El primer piso generaba un sentido sincrónico mientras que el segundo y el tercero eran de contenido diacrónico. La planta baja conjugaba la sonoridad de las palabras que tanto implican para lo literario, en la consecución de una sensación armónica, casi musical. El sótano, funcionaba como apéndice, figuraban allí en forma añadida, accesoria para amalgamar la función de las palabras, las distintas alternativas como recursos ofrecidos para el relato. Así se podía dar uso a la parábola, la peripecia, la hipérbole, la paradoja, la metáfora, la recurrencia, la paráfrasis, otros usos demandados todos en función de la escritura.

Permanecí sentado en la primera planta mucho tiempo, a julio se lo veía subir y bajar en esa intensa búsqueda de palabras que lo había caracterizado durante su vida, en cambio a mi se me daba la complicación de enlazarlas una con otra, no sabia por momentos si bajar o subir, quizá esa falta de oficio o de agilidad intelectual o esa ductilidad estructural, que julio tenía y que esbozaba al menor intento de congeniarlas.

Me contentaba, aún me contento, con aquello de que intentarlo es suficiente para encontrar una felicidad interior, de poder disfrutar únicamente con el tránsito del camino sin importar el destino, ensimismado en la realización, sin mirar muchas veces, hacia el objetivo final, perdiendo de vista la contundencia que nos exige lo literario, esa necesidad de ser efectivos al momento de escribir.

Al salir, y luego de prometerse uno reincidir en la visita, nuevamente el hombre de frac nos entregó una forma que debía llenarse con los datos del visitante y un item que enunciaba la palabra: Testimonio, Julio escribió: Rayuela, yo lo había dejado en blanco. El encargado me preguntó: - Ningún testimonio? Aunque lo considere algo poco importante..
No!, contesté. Aún no he logrado encontrar todas las palabras



2 comentarios:

Fronda dijo...

Hilar palabras.... tarea dificil. Necesitaremos buscar las palabras y traer nuestro hilo para ensartarlas, ese hilo tan personal e intrasnferible que hace que los sentimientos se transmitan.

Fronda dijo...
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