La esperanza tiñe los puentes de comunicación, los lazos que intercalan idas y venidas, que dan esa magnificencia esplendorosa de poder ser receptivo a la vez que emisor, dar y recibir, amar, a veces darse a la fuga en la dicha o presentar batalla en el campo de lo adverso.
Ayer vestido de hoy para convertirlo en presente y sentir que nunca se ha ido, que viene cuando lo decido, cuando mi error se patentiza, cuando amo y me desaman, cuando quiero y no soy querido, cuando me quieren y no lo permito, cuando decido, cuando otros lo hacen por mí.
Allí está señalando el camino, amortiguando mi andar, previendo caídas. Allí, en las cosas simples, en las más sentidas, en las inolvidables que se irán de mi con mi muerte.
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