Narciso, un ser mitológico símbolo de la belleza, después de haber rechazado a Eco, convertida en una voz condenada a repetirse. Se enamoró de su propia imagen reflejada en las cristalinas aguas de una fuente. En su contemplación absorta sobre sí mismo supo que jamás podría poseerse, esto lo condujo a la muerte.
En el mismo lugar donde su cuerpo había caído sin vida, creció una flor; una flor que destila un bálsamo curativo: el amor siempre nos deja algo. Y aunque es bueno quererse, es mejor trasponer los límites de nuestra vanidad, desplazándolos hacia un sentimiento compartido.
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